La verdad es que nunca le puse mucho interés a las matemáticas en la secundaria o durante mis estudios de ingeniería informática en la universidad. En cierto momento, llegué a generar un recelo, y hasta temor, hacia ellas: mi mente, hasta hace pocos días, se ponía en blanco al oír las palabras cálculo diferencial o cálculo integral.
Te comento que recientemente empecé a repasar las matemáticas, y que ahora entiendo que no tiene sentido tenerles miedo. Las matemáticas, en definitiva, son un lenguaje para expresar conocimiento de una forma compacta, exacta, estándar y --aunque no lo parezca-- simple, conocimiento que de otra forma requeriría explicaciones más elaboradas y complejas. Así, por ejemplo, una ecuación simple como F = m.a es el resultado de cientos de años de observaciones, experimentos y razonamientos efectuados por muchísimas personas alrededor del mundo; se trata de una forma sucinta de plantear algo que en palabras tomaría por lo menos un párrafo, y cuya exposición y justificación completas tomaría varias páginas.
Aparte de los libros de biomecánica que mencioné al inicio, otros libros en el campo de la salud no rehuyen a las matemáticas. Empezando por la venerable fisiología de Guyton que todos hemos usado en algún momento, hasta llegar a libros dedicados a la fisiología matemática o a diferentes temas de bioingeniería (¿Qué tal este: Fundamentos Matemáticos y Biomecánica del Sistema Digestivo
Te comentaré cómo me va con mi repaso de las matemáticas, y te hablaré de lo que logre entender y aprender utilizándolas.