viernes, marzo 26, 2010

Sobre la farmacología en la terapia física, y un libro recomendado

La farmacología es uno de los tópicos que rara vez se cubren con suficiente detalle en los programas de estudio de terapia física, a pesar de ser ésta una rama de la medicina, y de que las personas que acuden a los servicios de fisioterapia por lo general están bajo el tratamiento concurrente de un médico, siendo los fármacos parte de ese tratamiento. Son varios los motivos por los cuales muchas personas consideran que la farmacología no es muy importante en la formación del terapeuta físico; hoy expondré apenas dos ejemplos que he constatado. A la vez, compartiré contigo mi opinión sobre esto.

Hay fisioterapeutas que piensan que las manos, como herramientas terapéuticas, son mucho más poderosas que las drogas que administran los médicos, y que, de paso, tienen muchos menos efectos secundarios. Recuerdo el caso de una fisioterapeuta que, repleta de orgullo, atribuía una mejoría notable en la motilidad intestinal de un paciente hemipléjico a unos masajes que ella había efectuado sobre el abdomen del paciente momentos atrás; su convicción era tal que no cedió incluso al ser informada por la enfermera de que el progreso se debía a que los médicos habían empezado a suministrarle, horas antes, drogas específicas para ese propósito. Sé de varios otros fisioterapeutas que abogan por el menor uso posible de fármacos, y de otros fisioterapeutas de tendencias más alternativas que incluso tienen una oposición filosófica a ellos.

Por otro lado, muchos médicos consideran que de poco les sirve a los terapeutas físicos conocer sobre farmacología, ya que son ellos quienes prescriben las drogas a los pacientes. Recuerdo que yo le mostré a un profesor, que era médico, el libro de farmacología para terapia física de Ciccone, y la opinión del profesor en esa ocasión fue que el contenido de este libro era demasiado avanzado para los terapeutas físicos, y que el libro les sería más útil a los médicos.

En contraste con estos dos profesionales, mi humilde opinión tras haber leído con mayor detenimiento algunas porciones del libro de farmacología de Ciccone (acá menciono otros libros de farmacología para terapia física) es que el conocimiento sobre farmacología es tremendamente valioso en la práctica de la terapia física. ¿Qué fármacos puede estar usando un paciente con la condición X que viene a mi consulta? ¿Qué implicaciones tiene eso durante la sesión de terapia física? ¿Qué signos y síntomas pueden indicar que es necesario tener más cuidado con las intervenciones de terapia física que se realizan, y cuáles sugieren que es necesario contactar al médico? Al leer este libro he podido encontrar respuestas a todas estas interrogantes, y ver cómo la farmacología puede ser abordada de una forma útil y clara sin necesidad de recurrir a la bioquímica (la cual es otra materia cuya cobertura es escasa en los programas de terapia física). Las explicaciones en este libro van directo al punto, y el estilo del autor hace que la lectura sea fluida y resulte muy interesante para el lector, quien aprenderá una infinidad de información de sus 38 capítulos y 700 páginas.

En este momento no puedo hacer otra cosa que recomendar el libro de farmacología de Ciccone a todos los terapeutas físicos que, a la vez que reconocen que la prescripción y administración de drogas es competencia de otros profesionales, tienen curiosidad por enterarse acerca de la relevancia que tiene la farmacología en la condición general de los pacientes que se benefician con intervenciones de terapia física.

sábado, marzo 20, 2010

Planeando un curso... y fallando

A poquísimas personas conté --y en este blog nunca mencioné-- que hace algún tiempo yo planeé traer a una profesional extranjera para que impartiera un curso sobre un tópico que yo pensaba sería de mucho interés para los estudiantes y profesionales de la terapia física. Se trataba de una oportunidad, en mi opinión, formidable: la profesional en cuestión es experta en su rama y autora de algunos de mis libros favoritos de esta profesión, y ella estaba muy interesada en venir a Ecuador; como manifestación de eso, estaba dispuesta a cobrar un monto mínimo para dar este curso.

Yo hice el contacto con la profesional por iniciativa propia; intercambié decenas de e-mails con ella; hablé con diferentes personas para conseguir ayuda y financiamiento para el curso; busqué auditorios para la exposición; pedí cotizaciones de servicios y equipamiento de traducción; averigüé el costo de los pasajes aéreos; busqué lugares donde alojarla e identifiqué lugares donde ella podría alimentarse; planeé por dónde la llevaría de paseo en los tiempos libres; entre varias cosas más. Con todo eso en mente, hice una propuesta que presenté a diferentes personas. Al final entendí que el entusiasmo que yo tenía no era compartido por las personas que, con cuyo peso y autoridad, podían hacer que el curso se concrete. Así que, tras varios intentos y después de notificar a la profesional que el curso, lamentablemente, no podría llevarse a cabo, simplemente ahí lo dejé.

Pero no pienso que esta experiencia haya sido un fracaso completo, ya que aprendí varias cosas en esta ocasión que me ayudarán a tener más éxito en el próximo intento. Entre ellas, las siguientes:
  1. Que la máxima del mercadeo que sostiene que "no hay que vender lo que uno quiere, sino lo que el consumidor quiere", es cierta.
  2. Se reforzó mi idea de que nos conviene saber inglés para aprovechar las oportunidades educativas. Sin los costos de la traducción, los cuales triplicaban el monto que la expositora pedía, para los asistentes el curso hubiera tenido "precio de huevo", como se dice. En ese momento comprendí que el hecho de que la gente no conozca inglés no solo tiene repercusiones individuales, sino también colectivas: las oportunidades de realización de cursos como estos, con expositores de clase mundial, se reducen para todos si la gente en general no maneja el idioma inglés.
  3. Identifiqué a las personas que están más dispuestas a colaborar para que este tipo de eventos se lleven a cabo (a la vez, me llevé una sorpresa al descubrir quiénes no lo están).
  4. Ya tengo una idea del trabajo, de los trámites, de los procedimientos y de los costos involucrados en la realización de cursos de este tipo. Para la segunda ocasión ya no seré tan novato.
Afortunadamente, el vínculo con la profesional no se ha perdido, por lo que no descarto que podré, con la ayuda de otras personas, retomar esta iniciativa en el futuro próximo. Por lo pronto, fisioterapeutas del Ecuador, ¡aprendan inglés!

martes, marzo 09, 2010

¿Y si la medicina desaparece? (Capítulo de libro)

Gerald Markle y Frances McCrea han escrito un libro cuya conclusión podría ser controversial para aquellos que trabajan en el campo de la medicina: Si la medicina desapareciera, en realidad no se vería mayor diferencia en la mortalidad humana.

De este libro, publicado por State University of New York Press y titulado What if Medicine Disappeared?, es posible descargar el primer capítulo (archivo PDF). En este capítulo introductorio, los autores narran, en un estilo nolevesco, cómo una conversación casual que mantuvieron un día desencadenó una investigación meticulosa que, tras la consideración de todo tipo de información estadística obtenida principalmente de estudios realizados en Estados Unidos de Norteamérica, les condujo a concluir que la medicina en realidad no salva tantas vidas como hemos llegado a creer. A pesar de que la tecnología y el avance de la ciencia en la medicina han traído grandes progresos en la salud de los seres humanos, dicen los autores, las reacciones adversas a los fármacos, las complicaciones que tienen los pacientes dentro de los centros de salud, los errores médicos y las intervenciones quirúrgicas innecesarias acaban con un número grandísimo de vidas cada año. Si se compara esta cifra de muertes con el número de personas salvadas por la medicina, el balance es prácticamente nulo, sostienen los autores amparándose en las estadísticas.

Si lees este primer capítulo, pienso que quedarás intrigado como yo. El libro cuesta menos de $15, por lo que pienso comprarlo cuando pueda dedicar tiempo suficiente a su lectura.

sábado, marzo 06, 2010

Shirley Sahrmann y el futuro de la terapia física

Shirley Sahrmann es una leyenda viviente de la terapia física, considerada uno de los personajes más influyentes de la historia de la profesión. Cuando personas como ella hablan, yo pienso que el resto de nosotros debe guardar silencio y escuchar. Así, cuando Shirley Sahrmann propone su visión del futuro de la terapia física, tras 50 años de experiencia como profesional, educadora, autora e investigadora, pienso que nos conviene prestar mucha atención.

Por este motivo, te sugiero que reserves una hora y diez minutos para ver y escuchar un video de una exposición que hizo Sahrmann hace un par de años, donde habla sobre la historia y evolución de la profesión de la terapia física, y cuál es, en su opinión, la dirección que debe tomar la profesión. Algunos de los puntos nucleares de su exposición son los siguientes:
  • Los terapeutas físicos deben posicionarse como los especialistas responsables del sistema de movimiento humano, así como otros profesionales son considerados expertos del sistema nervioso, del sistema respiratorio o del sistema cardiovascular, por ejemplo.
  • Los terapeutas físicos deben empeñarse en que la gente no los conozca únicamente como los "expertos del ultrasonido" (por mencionar una de las herramientas que realizan), sino como profesionales que conocen profundamente sobre las condiciones de salud. Los terapeutas físicos de esta época ya no se caracterizan solo por sus destrezas, sino por su conocimiento.
  • Al terapeuta físico moderno no le interesa saber qué es lo que duele, sino qué es lo que está causando el dolor. Sin este entendimiento, lo que sea que se haga no tiene fundamento.
  • Como experto del movimiento, el terapeuta físico debe entender los procesos del control motor humano y la biomecánica.
  • El terapeuta físico no solamente trata, sino que educa a las personas sobre el movimiento de sus cuerpos.
Yo --como diría graciosamente una profesora-- soy una ameba si me pongo al lado de gente como Sahrmann. Sin embargo, me complace saber que la exposición de Sahrmann confirma muchas de mis opiniones sobre la profesión, visión que he formado como un mero estudiante durante estos cuatro años. En resumen, la terapia física debe ser mucho más de lo que es actualmente.

Aquí el video de la exposición de Shirley Sahrmann.

miércoles, marzo 03, 2010

Terapia física y atención primaria de la salud

Hace algún tiempo, cuando aún asistía a clases y vestía uniforme de prácticas, regularmente me topaba en la calle de mi casa con una señora a quien yo no conocía pero con quien me acostumbré a intercambiar un saludo de cortesía. Muchas fueron las ocasiones en las que nos saludamos con un simple y constante "Buenos días" o un "Buenas tardes", hasta que la última vez que la vi, hace ya varios meses, la señora decidió cambiar de fórmula y se dirigió a mí con un "¡Buenos días, mi doc!".

Como te cuento, la señora no me conocía, pero dejándose llevar por mi uniforme ella asumió que yo debía ser un "doctor" (es decir, un médico). Seguramente, ella se imagina que yo soy una persona que podría actuar eficazmente si alguien se desmaya en la calle; que si hay un accidente de tránsito yo sabré cómo asistir a los heridos; o que si ella, por estar afónica no pueda responder mi saludo alguna vez, yo sabré qué recomendarle para que recupere su voz.

Algo similar pasa con la gente que sí me conoce personalmente, como mis familiares y amigos. Ellos, aunque saben que no me he formado específicamente para atender casos como los que planteé hace un momento, sí asumen que yo podré ayudarles a resolver las inquietudes cotidianas que tienen sobre su salud. Los tipos de preguntas que me han lanzado son los siguientes:
Me duele aquí. ¿Qué será?
Mira esto que tengo en la piel. ¿Qué será?
Dicen que comer X es bueno para la salud. ¿Será?
Oye, ¿qué es la enfermedad X?
Etc.
En los Estados Unidos de Norteamérica, los terapeutas físicos están asumiendo roles en la atención primaria de salud (probablemente esté sucediendo lo mismo en otros lugares; sé que en algunos países los profesionales de la enfermería han progresado bastante en esto). A medida que los terapeutas físicos, gracias a una educación más avanzada, se ganan el derecho de recibir pacientes de forma autónoma, va creciendo la probabilidad de que a su consulta acudan pacientes con condiciones de salud que el terapeuta físico no está capacitado para tratar, pero que aún así son condiciones que el terapeuta físico debe reconocer para referir al paciente a un profesional competente. Libros como aquel de William Boissonnault, titulado Primary Care for the Physical Therapist: Examination and Triage(cuya segunda edición se lanzará en unos meses, y cuya primera edición se publicó en 2004), son evidencia de que en los últimos años ha ido creciendo la necesidad de que el profesional de la terapia física tenga un conocimiento más amplio del campo de la salud.

A mí me gustaría estar formado para ayudar a la gente a resolver las inquietudes cotidianas que tienen sobre su salud, por lo que, si hubiera la posibilidad, me atraería la idea de inscribirme en programas formales de educación para capacitarme adecuadamente. ¿Qué dices tú sobre esto? ¿Te interesaría también?