domingo, agosto 29, 2010

Cuerpos desnudos

Durante las clases en la universidad, en ocasiones convenía que los estudiantes nos quitemos la ropa durante ejercicios como el examen físico, la observación de la postura o la práctica de alguna técnica. El recelo de todos nosotros para desnudarnos frente al resto de compañeros era palpable, particularmente en el caso de las mujeres. Yo tuve que mostrar mi humanidad en varias ocasiones* --en una de ellas no tenía puesto nada más que el calzoncillo frente a veinte personas, durante un lapso que, dadas las condiciones, me pareció bastante extendido--, y puedo atestiguar que se trata de una situación ciertamente incómoda.

En las prácticas en hospitales, en muchísimas ocasiones vi pacientes --varones y mujeres de todas las edades-- parcial o totalmente desnudos. Algunos de ellos estaban en una condición de salud delicada y no tenían la posibilidad de exteriorizar su aceptación o rechazo a ser observados por ojos extraños; otras personas, a pesar de estar conscientes (pero aún así en una posición vulnerable o de dependencia), tampoco se expresaban en uno u otro sentido, posiblemente porque asumían que los estudiantes y profesionales de la salud deben observar sus cuerpos como parte de su trabajo, y que lo hacen con seriedad y con el objetivo de brindarles una atención adecuada. En una ocasión una paciente solicitó explícitamente ser atendida por mis compañeras mujeres, y que los estudiantes varones nos alejáramos de ella, algo que era absolutamente comprensible. Igualmente, no fueron raras las ocasiones en las que un paciente desnudo estaba expuesto a la mirada de decenas de personas, entre profesionales (médicos, enfermeras, terapeutas), estudiantes, trabajadores sociales, familiares y compañeros de habitación (y hasta los visitantes de estos últimos).

Como expresé anteriormente, deberíamos preguntarnos si los deseos, las necesidades y las aspiraciones del paciente deberían guiar las intervenciones de terapia física y tener más peso que la conveniencia del profesional. En este sentido, si para realizar alguna intervención de terapia física es necesario exponer alguna parte del cuerpo de una persona, se debería solicitar explicítamente su autorización (claro, siempre que esté en la capacidad de responder), y asimismo efectuar todos los procedimientos necesarios, por laboriosos que sean, para mantener cubiertas aquellas regiones sobre las cuales no sea necesario trabajar.

He visto libros sobre masaje y terapias manuales que dedican capítulos enteros al tema de la exposición y cobertura del cuerpo del paciente según la intervención a realizar. Los procedimientos, que involucran sábanas, toallas, paños, almohadas y otros implementos para cubrir el cuerpo del paciente, al igual que formas específicas de instruirle que coloque o gire su cuerpo y técnicas para evitar el contacto con zonas consideradas delicadas (como el tejido mamario, en el caso de las mujeres), muchas veces no son tan inmediatamente obvios que el estudiante pueda idearlos espontáneamente al momento que le toque intervenir, incluso en el caso de un "simple" masaje. Por tal motivo, cómo respetar la intimidad y el pudor de los pacientes debe ser parte del conocimiento del profesional, y por tanto es un tema que debería enseñarse formalmente en los programas de estudio de terapia física, en lugar de dejar que sea un aspecto que el estudiante deba descubrir por cuenta propia, casualmente, a medida que gane experiencia.

(* Teníamos un compañero que era el modelo designado y que tuvo que ofrecer su cuerpo, "voluntariamente", la mayor parte de las ocasiones.)

domingo, agosto 22, 2010

Guía ilustrada para el doctorado (Ph.D.)

Matt Might ha creado The Illustrated Guide to a Ph.D. como una forma gráfica de ilustrar qué representa la obtención de un doctorado académico (Ph.D.) en algún campo del conocimiento humano. Una versión traducida al español, realizada por Ismael Peña-López, se puede obtener aquí.

No intentaré describir ni reproducir la guía en este blog, porque perdería su gracia. Te invito a que sigas los enlaces que te doy hacia cualquiera de las dos versiones (gracias a mi hermano por pasarme el enlace).

viernes, agosto 20, 2010

Gimnasia india

La idea que la gente tiene de un atleta es que se trata de una persona con características corporales particulares: joven, esbelta, musculosa, proporcionada. El siguiente video ilustra cómo personas de diferentes constituciones físicas son capaces de realizar impresionantes exhibiciones de fuerza, balance, flexibilidad, coordinación y tolerancia muscular.

(Gracias a mi hermano por pasarme este video.)

domingo, agosto 15, 2010

Objetivo: Un recurso nuevo por mes

Desde que empecé a trabajar y a contar con dinero en mi cuenta bancaria (después de cinco años de balances negativos), me he planteado el objetivo de comprar, por lo menos, un libro o recurso de terapia física por mes, para ir conformando mi biblioteca de terapia física. Curiosamente, el calendario de publicación de los libros nuevos que me interesan coincide en su mayor parte con mi plan, y para los siguientes siete meses, desde el mes presente (agosto de 2010) hasta febrero del siguiente año (2011), ya he definido cuál será la adquisición de cada mes.

Todos estos recursos tienen que ver con la terapia física músculo-esquelética; si te interesa esta rama de la terapia física, te sugiero que los ojees y luego los consigas. Muchos de ellos son ediciones nuevas de libros clásicos en la terapia física, y el resto son primeras ediciones de libros escritos por autores reconocidos.
De especial interés para mí es este último libro: la nueva edición (4ta.) del libro de control motor de Anne Shumway-Cook y Marjorie Woollacott. No tengo mucha información sobre este tema fundamental, y pienso que no existe un libro mejor.

viernes, agosto 13, 2010

El paciente y el "experto"

Probablemente hayas visto el programa de televisión Extreme Makeover o algún otro programa acerca de individuos que se someten a intervenciones de cirugía plástica estética. En esos programas quizás hayas notado que, en su primera entrevista con el paciente, el cirujano inicia la interacción con una simple pregunta, que rara vez es diferente de alguna de las siguientes (u otras de similar índole):
¿Qué puedo hacer por usted hoy?
¿Qué le trae a usted hoy aquí?
El cirujano formula estas preguntas de esa manera específica para conseguir que el paciente sea quien tome la iniciativa y describa sus percepciones propias acerca de su físico, y manifieste cuáles son sus necesidades y aspiraciones. El médico luego explica qué intervenciones están disponibles en el caso del paciente y qué resultados se podrían esperar de cada una. En estos programas, nunca he visto que el cirujano modifique este guión.

En contraste, hace unos años un canal ecuatoriano produjo su propia versión del programa Extreme Makeover. Recuerdo haber visto un episodio en el cual el cirujano, tras presentarse al paciente, se lanzó a decir lo siguiente:
Yo veo que su nariz es W, y podría ser X. Usted tiene demasiadas arrugas en la zona de los ojos y de la frente; eso también lo podemos corregir. Y de paso, su quijada es Y y podríamos mejorarla para que sea Z.
¿Notas la diferencia? En el primer caso, las necesidades y aspiraciones son delineadas por el paciente; en el segundo, el cirujano es el "experto" que define, según su criterio, qué está "mal" en el cuerpo del paciente y por tanto qué es necesario "corregir".

En la terapia física, estas dos situaciones también se pueden presentar. Cuando una persona busca los servicios de un terapeuta físico (particularmente una que busque asistencia de largo plazo, por ejemplo, para una condición neurológica), ¿quién debe tomar la iniciativa en esa interacción? ¿El paciente, explicando cuáles son sus molestias, necesidades y aspiraciones (información que guiará las intervenciones a realizar), o el profesional (el "experto"), que determina por criterio propio qué está "mal" en el cuerpo del paciente, qué se debe "corregir", qué hay que hacer y a dónde se debe llegar? ¿Cómo evitar intervenciones innecesarias que se alinean más con los deseos del profesional que con los del paciente?

sábado, agosto 07, 2010

La aplicación de ultrasonido en regiones extensas (Parte II)

Anteriormente cité aquí lo que Michele Cameron decía sobre la aplicación del ultrasonido con fines térmicos en áreas extensas (en su libro sobre agentes físicos que ahora también está disponible en español). Hoy citaré un texto que encontré en otro libro, que manifiesta lo mismo: si se buscan los efectos térmicos del ultrasonido, su área de aplicación debe limitarse a un área pequeña (más adelante quedará claro qué significan extenso y pequeño en este contexto).

En el libro Therapeutic Modalities for Musculoskeletal Injuries(Craig Denegar, Ethan Saliba, Susan Saliba; 3ra. ed., 2010), tras detallar los parámetros de aplicación del ultrasonido, los autores sostienen lo siguiente (página 179; el énfasis en negrita lo puse yo):
Los parámetros delineados en las secciones previas [entre ellos, un tiempo de aplicación que varía entre los 5 y los 12 minutos, según la dosis y la frecuencia del ultrasonido] para calentar tejidos profundos son predicados para su aplicación sobre un área no mayor a tres veces el ARE [área radiadora efectiva] del cristal, con un movimiento lento y controlado del cabezal del ultrasonido. Cuando se tratan áreas más grandes, la cantidad de energía acústica que llega a cualquier área singular es disminuida. Adicionalmente, se permite que la acumulación de calor se disipe del tejido blanco. Por tanto, hay un incremento menor de temperatura durante el tratamiento y por consiguiente menor cambio en la elasticidad del tejido y en el flujo sanguíneo local antes de y durante el tratamiento.

El tratamiento de áreas como la espalda lumbar tiene poco o ningún efecto en esos tejidos, aunque puede haber un efecto placebo. Por lo tanto, el ultrasonido no debe ser aplicado en áreas extensas. Actualmente, la mejor recomendación para la técnica de tratamiento sugiere que se cubra un área de dos a tres veces el ARE con el cabezal cubriendo menos de 2 x ARE/segundo.
Cameron recomendaba que el área de aplicación del ultrasonido con fines térmicos no exceda cuatro veces el ARE del cabezal de ultrasonido, entendiéndose por ARE el área del cabezal que conduce energía cuando éste está en contacto con la piel, y que es un área generalmente menor que el área del cabezal en sí. En el texto que cito hoy, Denegar y sus colegas recomiendan que el área de aplicación no supere tres veces el ARE; otros autores que he consultado sostienen lo mismo en sus libros. En definitiva, la aplicación del ultrasonido con fines térmicos en áreas grandes (como la espalda) debe abandonarse (a menos que, con esta intervención, el terapeuta físico quiera tomar ventaja del efecto placebo).