Independientemente de la interferencia que provoca en la tarea de conducción el tener ocupada una mano con el celular, el libro explica que el grado en el cual la conducción es afectada por una conversación telefónica depende de por lo menos estos tres factores: (1) el entorno de conducción, (2) las características del conductor y (3) la naturaleza de la conversación. De esta forma, la calidad de conducción mientras se habla por teléfono (que es una situación en la que se divide la atención para llevar a cabo dos tareas simultáneamente) disminuye con un mayor tránsito y con un entorno de conducción más complejo, con edades avanzadas de los conductores, y cuando se trata de conversaciones que requieren un mayor número de operaciones de razonamiento. Asimismo, las conversaciones por celular disminuyen la capacidad de percibir los cambios en el entorno visual, haciendo que sea más difícil, o hasta imposible (debido a un fenómeno denominado ceguera por inatención), percibir las señales de tránsito y la proximidad de peatones y otros vehículos.
Algunas personas, que se oponen a la legislación que prohíbe las conversaciones telefónicas mientras se conduce, argumentan que si el riesgo incrementado no se debe exclusivamente a que se ocupa una mano para sostener el teléfono, entonces conversar con los pasajeros representaría un riesgo idéntico que hablar por celular. Sin embargo, un estudio epidemiológico realizado en el 2007 sostiene que la probabilidad de accidentes se multiplicaba por un factor de 4.1 cuando se hablaba por celular, mientras que este factor se reducía a 1.6 cuando había un pasajero en el vehículo, y a 2,2 cuando había dos pasajeros. Otras investigaciones experimentales han encontrado evidencia de que las conversaciones con pasajeros son considerablemente menos riesgosas que las conversaciones por celular. Esto posiblemente se deba a que, cuando se habla con un pasajero, es posible ajustar o detener la conversación cuando la situación de conducción se vuelve más demandante, y también a que los pasajeros pueden aportar con señales de advertencia que beneficien a la seguridad de la conducción.
Los resultados de las investigaciones son claros: El simple hecho de hablar por el teléfono mientras se conduce, con o sin manos, incrementa severamente el riesgo de accidente. Talvez más sorprendente para todos nosotros resulte el hecho de que hay investigaciones cuyos resultados señalan que es más seguro hablar con el celular en la mano, dado que los conductores tienden a compensar la distracción que esto representa, por ejemplo, reduciendo la rapidez de conducción. Por otro lado, parecería que los conductores que conversan por celular con las manos libres de hecho se exponen a mayores riesgos, al dejarse llevar por la confianza errónea de que esta actividad no requiere tanta atención.
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