jueves, junio 03, 2010

Ya no soy un estudiante, ¿o sí?

Hace pocos días, un profesor me contó en persona que él ojea mi blog con cierta regularidad, y aunque no comentó nada específico sobre algo que yo haya escrito, con su forma honesta y directa de decir las cosas el profesor me planteó la siguiente sugerencia (bueno, viniendo de él, en realidad fue casi una exigencia):
Ya es hora de que cambies el nombre de tu blog; ya no eres un "estudiante", eres un "egresado".
Desde ese momento he estado pensando en lo que me digo el profesor: Habiendo egresado, ¿debería cambiar el nombre de este blog o no? Entiendo que cambiar la alusión a "estudiante" por otra a "egresado" de alguna forma podría elevar mi estatus y el de este blog, pero entre los argumentos a favor y en contra del cambio de nombre hay otros que me apoyan con mayor fuerza para conservar el nombre actual.

La verdad es que no soy (y nunca he sido) una persona que busque siempre que alguien más le enseñe lo que quiere o debe saber; al contrario, gran parte de lo (poco) que sé y que planeo poner en práctica (llegado el momento de poner en mis manos la salud de una persona con responsabilidad), en realidad no fue obtenido en el aula de clases, sino que proviene de otros lugares. En ese sentido, yo era un "estudiante de terapia física" antes de sentarme por primera vez en un aula, y el salir de la última de ellas no ha marcado el final de mi aprendizaje, el término de mi época de "estudiante", sino que constituye la ansiada oportunidad para centrarme en las cosas que realmente me interesan, con la filosofía y el enfoque que quiero imprimir en lo que haré en la práctica. Los cuatro años de estudios, para mis gustos y fines, deberán ser complementados por bastante tiempo adicional para aprender cosas que sé que son esenciales para mi práctica profesional pero que todavía desconozco, sin cuyo conocimiento mi práctica se sentiría realmente vacía, incierta, insegura y hasta irresponsable.

Me considero un "estudiante" aún porque mi curiosidad y mi empeño por descubrir, por cuenta propia, cosas totalmente nuevas, incluso si desafían o contradicen lo aprendido anteriormente (por cualquier medio), no han hecho otra cosa que incrementarse al dejar de asistir a clases. De hecho, ese interés es lo que originalmente me impulsó para empezar a estudiar terapia física y es lo que me mantiene comprometido para seguir formándome; francamente, el instante en que la novedad se desvanezca será el momento en el cual yo pierda totalmente mi interés por la teoría y la práctica de la terapia física.

Principalmente por estos estos motivos, como yo lo percibo y no tengo reparos en admitirlo, yo considero que continúo siendo un "estudiante" de terapia física.

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