jueves, febrero 17, 2011

Inteligencia, fútbol, Ronaldo

En el primer semestre de la carrera, algunos compañeros y yo tuvimos que preparar una presentación grupal sobre la Inteligencia para la clase de Psicología para la Salud. La exposición en sí fue un auténtico desastre, dado que mis compañeros y yo no nos habíamos preparado lo suficiente, y "sabíamos" muy poco sobre este tema tan extenso, complejo y controversial. Como parte de mi intento infructuoso por argumentar algo que diera valor a mi intervención, lancé un par de preguntas a los presentes. La primera de ellas fue la siguiente:
¿Dirían ustedes que se requiere inteligencia para jugar bien al ajedrez?
De la audiencia --compañeros y profesora-- obtuve, ya sea de forma verbal o mediante algún gesto corporal, la respuesta que esperaba: un "¡Sí!" unánime, un verdadero "¡Obvio, pues!". A continuación, planteé la segunda pregunta:
En contraste, ¿dirían ustedes que se necesita inteligencia para jugar fútbol?
En esta ocasión también obtuve la respuesta anticipada, es decir, un "No" casi fulminante. Dada la prevalencia del criterio de que una persona es inteligente cuando se destaca en actividades primordialmente mentales, como las ciencias, las matemáticas y la lógica (o el mismo ajedrez), negando la posibilidad de que alguien sea inteligente de una forma que se manifieste principalmente de forma corporal, no se podía esperar otra cosa*.

Un video que vi recientemente me hubiera servido como un argumento infinitamente más contundente que cualquier cosa que yo pudiera decir en el primer semestre. Te pido que dediques los siguientes 11 minutos de tu día a ver (y disfrutar) con detenimiento el siguiente video de algunas de las impresionantes jugadas del brasilero Ronaldo**.



A diferencia de lo que yo ocurrió hace ya casi cinco años, ahora tengo a mi alcance más argumentos. Al rodar el video, te pido que observes cómo Ronaldo tiene que conseguir, por lo menos, cinco cosas al mismo tiempo en cada jugada, al enfrentarse (logrando un desenlace exitoso) contra uno, dos, tres o más oponentes al mismo tiempo:
  1. Evidentemente, mantener el control y posesión del balón.
  2. Conservar el balance en diferentes situaciones de estabilidad: mientras corre; cuando debe efectuar cambios rapidísimos de dirección, o realizar giros o saltos; cuando vienen sobre él fuerzas aplicadas por los adversarios desde diferentes ángulos; todo esto al tiempo que considera factores del terreno o el clima (lluvia, nieve, césped en malas condiciones, etc.).
  3. Proteger su cuerpo de impactos contra los adversarios para conseguir avanzar hacia el arco contrario, pero también para evitar lesiones (observa con cuidado y verás la cautela que tiene para evitar el contacto).
  4. Conocer con exactitud, en cada milisegundo, la posición de su cuerpo y de aquellos de los adversarios (¡tremendo festín de "túneles" o "galletas"!)
  5. Estar atento a la posición y anticipar los movimientos, intenciones y decisiones de sus compañeros en otras partes de la cancha y de los oponentes de estos, para finalmente enviar el balón con determinada magnitud de fuerza, dirección y giro ("chanfle" o "efecto") para conseguir un pase o un remate fructífero, teniendo siempre en mente las reglas del juego (para evitar el fuera de juego u off-side, por ejemplo.)
Ahora sé, por ejemplo, que el estudio del movimiento humano, necesariamente bajo condiciones mucho menos dinámicas y mucho más controladas que un partido de fútbol (como en un laboratorio, utilizando modelos animales o computacionales), es un asunto que aún se escapa de la comprensión de los miles de (muy inteligentes) científicos, profesionales de la salud e ingenieros alrededor del mundo, que han dedicado sus vidas a su exploración e investigación, incluso cuando han podido valerse de conocimiento y herramientas cada vez más avanzadas (incluyendo tecnología electrónica e informática). Varias son las teorías y perspectivas que existen sobre diferentes aspectos del movimiento humano, pero todas tienen sus fallas y ninguna se acerca a explicarlo completamente.

Algo que sin duda involucra una labor formidable del sistema nervioso, para tomar decisiones rapidísimas que otorgen ventaja en el juego y así controlar el movimiento del cuerpo ante las exigencias del deporte y las características del entorno, pero que a la vez les resulta tan natural a ciertas personas (como Ronaldo y ciertamente muchos otros atletas, bailarines, gimnastas, acróbatas y músicos), y que simultáneamente es tan complicado, y hasta imposible, de comprender y reproducir por el resto de personas, no se puede clasificar como genialidad, y por tanto como un tipo de inteligencia? ¿No es el fútbol una especie de ajedrez corporal (aunque también mental), dinámico e interactivo?

(* Debo aclarar que la audiencia estaba compuesta en un 80% de mujeres, y que por ahí se escuchó uno que otro "Sí" débil y titubeante, que probablemente provenía de algún solidario compañero varón.)

(** Tristeza y nostalgia causó el anuncio que Ronaldo, sin duda alguna uno de los mejores jugadores de fútbol de la historia de la humanidad, hizo hace unos días acerca de su retiro definitivo del deporte profesional. Gracias a mi hermano por el enlace.)

1 comentario:

  1. Tu post me hizo pensar en lo que decían de Hernan Darío Gomez, que él más en lo futbolístico lo que hizo con los jugadores de la selección fue enseñarles a "pensar". Decían que hasta les enseño a ir al baño y que dejen de leer Condorito y lean cosas de provecho. También me hizo acuerdo de Joffre Guerrón, no sé si te acuerdas de él en sus inicios era una desgracia y todo el mundo dice que su éxito le debe a Bauza porque le enseño a pensar, porque las cualidades físicas ya las tenía.

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