sábado, agosto 06, 2011

Belleza en la complejidad, en la música y en la terapia física (La terapia física y yo, Parte II)

(Nota: Esta entrada pertenece a la serie La terapia física y yo.)

La música ha sido siempre una parte muy importante de mi vida; se podría decir que ella ha influenciado mi personalidad y mis preferencias en más de un aspecto. En ese sentido, una de las primeras preguntas que hago a una persona a la que quiero conocer mejor es, "¿Qué música te gusta?".

Yo entiendo que los motivos por los cuales una persona prefiere cierto tipo de música en determinada circunstancia son variados y variables: En un momento, una persona puede disfrutar una canción por su letra o su sentimiento; en otro instante, puede entretenerse con otra por su energía o su ritmo, mientras que en otra ocasión puede identificarse con una diferente debido a su popularidad. También comprendo que el gusto musical de una persona está influenciado, entre otros, por aspectos sociales, culturales, históricos y etarios. En lo que me concierne, yo aprecio un tipo de música que muchos considerarían demasiado intenso, complejo o, incluso, desquiciante.

Digamos que --a pesar de que mi conocimiento sobre teoría musical es realmente rudimentario-- yo valoro algo muy particular en la música que escucho, cierta cualidad que no encuentro en otros tipos de música. Si se tomaran el tiempo para analizar la música que yo disfruto, pienso que las personas posiblemente descubrirían que, entre tanto ajetreo instrumental y vocal, habilidosos, estudiosos y desafiantes músicos, de forma individual y colectiva, han concebido y ejecutado meticulosamente cada una de sus partes. No exagero al decir que es probable que en una sola canción, estos artistas demuestren más conocimiento y destreza musicales que lo que hacen otros compositores e intérpretes --más populares entre la gente-- en toda su carrera; es muy posible que, sin importar cuántas veces escuches su música, siempre encuentres un nuevo e impresionante detalle.

Y lo interesante sobre esto es que no se trata meramente de una exhibición egocentrista de talento; en realidad uno puede palpar la dedicación, emoción, sentimiento y pasión que estos artistas imprimen en su música y que desean comunicar a sus co-intérpretes y al oyente interesado. Aunque no se puede negar que música muy sencilla pueda ser también muy impactante y hermosa, en lo personal, yo disfruto en mayor medida de música más elaborada, y encuentro belleza en esa complejidad.

Ahora entiendo que yo busco lo mismo en la terapia física. En la terapia física, algunas personas buscan una práctica sencilla guidada por el amor al paciente, en la cual todo indicio de complejidad es visto como superfluo o artificial. Sin embargo, como me sucede con la música, yo prefiero la curiosidad, la novedad, la complejidad y el desafío, y encuentro mi motivación en ello. Sin esto, la terapia física francamente no tiene sentido para mí.

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo. Te faltaron dar ejemplos. Acá te paso uno que creo que es "digerible" para cualquiera y que tiene las características que mencionas:

    http://www.amazon.com/Past-Present-Toto/dp/B0000026VZ/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1313341029&sr=8-1

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