sábado, octubre 30, 2010

Diferencias entre el dolor agudo y el dolor crónico

Cuando pienso en el dolor crónico, la primera idea que viene a mi mente es que se trata de un dolor que ha persistido pasados 3 a 6 meses de ocurrencia del daño tisular (ya sea por lesión, cirugía u otro mecanismo). ¿Pero es éste el único criterio, y el más decisivo, que existe para distinguir un dolor crónico de un dolor agudo? ¿Es el tratamiento de terapia física diferente en cada caso? El libro Mechanisms and Management of Pain for the Physical Therapist(Kathleen Sluka; 2009), presenta otros criterios que nos permiten diferenciar de mejor forma un dolor agudo de un dolor crónico.

Primero, el libro manifiesta que un dolor agudo se caracteriza por lo siguiente:
  1. Ocurre como un resultado directo de un daño tisular real o potencial.
  2. Sirve como una protección útil para evitar el daño, u otorga tiempo para la curación cuando el daño ya ha ocurrido.
  3. Es un síntoma que se puede asociar a una lesión tisular o patología identificable que ocurrió en un momento específico.
  4. Para su tratamiento, un enfoque biomédico que emplee intervenciones pasivas de terapia física, como la electroterapia o las terapias manuales, tiene una buena probabilidad de éxito.
En contraste, un dolor crónico tiene las siguientes características:
  1. Se extiende más allá del tiempo normal de curación del tejido,
  2. Los impedimentos que exhibe el paciente son mayores que lo que se esperaría dados los hallazgos físicos o la lesión, y/o
  3. Ocurre en la ausencia de algún daño tisular identificable.
  4. Adicionalmente, algunas personas consideran que un dolor es crónico cuando persiste transcurridos 3 a 6 meses desde la ocurrencia del daño. Sin embargo, aunque este criterio es útil para algunas condiciones (por ejemplo, la osteoartritis), no lo es para otras condiciones que requieren más tiempo para sanar, cuando el tratamiento para la lesión inicial no fue apropiado, o cuando se vuelve a lesionar el tejido antes de que haya tenido la oportunidad de curarse.
  5. El dolor deja de ser un síntoma, y se convierte en una enfermedad en sí misma.
  6. El involucramiento del paciente en una forma activa, mediante el ejercicio y la modificación de las actividades que realiza, tiene mayor probabilidad de éxito que las intervenciones pasivas. Además, su tratamiento óptimo requiere un enfoque biopsicosocial, con la participación de profesionales de varias disciplinas.
Extraje estos criterios del primer capítulo del libro. Con seguridad encontraré más información a medida que avance en la lectura, en cuyo caso te la pasaré también.

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