miércoles, octubre 07, 2009

Sobre las especialidades en terapia física y los límites de la competencia (Reflexiones en Octavo - Parte II)

Anteriormente he dicho que he caído en la cuenta de que la terapia física es un campo verdaderamente vasto. Ahora sé que el estudiante de terapia física tiene una diversidad de opciones cuando se gradúa de la universidad: puede trabajar con niños o con adultos, con deportistas, con mujeres embarazadas, o con adultos mayores, entre otros, en los ámbitos de la neurología, la ortopedia, la traumatología, la neumología, la cardiología, la ginecología, la urología, la gerontología y demás. Pero lo que yo no he dicho antes es que yo pienso que esta diversidad no significa que el terapeuta físico pueda hacer todas estas cosas al mismo tiempo.

También he dicho previamente que una cosa que me pareció curiosa al ingresar en el mundo de la terapia física fue encontrar profesionales que no tienen problema para saltar de la terapia neurológica a la terapia músculo-esquelética y luego a la terapia ginecológica, o cosas similares. También me llama la atención saber de terapeutas físicos que realizan intervenciones de terapia ocupacional, o de otros que dan recomendaciones sobre nutrición a sus pacientes deportistas. Esto parece ser particularmente común entre los profesionales de las primeras generaciones de terapia física, que son personas que vieron nacer a la profesión en el país y que ejercieron su actividad sin un ámbito definido de competencia.

La amplitud del campo de la terapia física implica que será muy difícil --probablemente imposible-- que alguien pueda conocer todo lo que existe en él, haciéndolo de una forma responsable y ética con el afán de dar el mejor servicio posible a la población. Los médicos estudian, por lo menos, el doble de tiempo que los terapeutas físicos y, por lo general, su ejercicio profesional se restringe a una sola especialidad, la cual obtuvieron mediante estudios formales. El terapeuta físico, con menos tiempo de educación formal en pregrado y en muchas ocasiones sin educación de posgrado, quiere hacerlo todo. Hace poco escuché a una profesional decir que no sabía quién "se inventó eso de las especialidades en terapia física", dando a entender que desde su perspectiva, un terapeuta físico debería poder hacer todo lo que se plantee. El refrán difiere, sin embargo: "El que mucho abarca, poco aprieta". Simultáneamente, quiero reiterar que tampoco estoy a favor de la "hiperespecialización" (reutilizando un término empleado por un profesor en una conversación que mantuvo conmigo hace unos días), que es algo que he expresado anteriormente en el contexto de la rehabilitación neurológica.

Que quede claro que yo no estoy diciendo que el terapeuta físico no debe estar informado sobre muchas cosas que influyen en la salud de una persona, para observar a la persona de una forma integral. Sin duda a todo terapeuta físico (yo diría, a todo profesional del sector de la salud) le sirve saber sobre nutrición, por ejemplo, pero en ocasiones la conveniencia de ser un profesional completo y versátil se toma muy a pecho y vemos a terapeutas físicos recomendando estrategias nutricionales y dietas a sus pacientes. También vemos a otros terapeutas físicos efectuando actividades que tienen que ver la cognición, la memoria o el lenguaje del paciente. Si esto ocurre, ¿dónde quedan el nutricionista de profesión, el terapeuta ocupacional, el terapeuta del lenguaje, el psicólogo? Si nos apropiamos de esos roles sin habernos formado específicamente para desempeñarlos, ¿cómo sabemos que estamos haciendo lo que hay que hacer en esos casos, o si, a pesar de las buenas intenciones que podamos tener, en realidad sólo estamos perjudicando al paciente, complicando o retardando su recuperación, o desperdiciando recursos y tiempo (del paciente y nuestros)? Como comúnmente se dice, y como yo quise decir en la serie sobre los estudiantes que atienden pacientes particulares, una cosa es que uno pueda hacer una cosa y otra es que uno deba hacerla.

Como explico, mi intención al decir todo esto no es afirmar que el terapeuta físico sea incapaz de saber muchas cosas, o que deba restringir su curiosidad por aprender o su creatividad para idear intervenciones. Al contrario, lo que quiero decir es que, en la terapia física, el espectro de opciones es tan amplio y el conocimiento tan extenso que llegamos a un punto en el que es necesario "delimitar el territorio", así como un país se divide en provincias (o estados) y ciudades para que pueda ser administrado de la mejor forma posible. En ese sentido, los límites son buenos: uno puede centrarse en algo y explorarlo a profundidad, en lugar de recorrerlo superficialmente, con la idea de prestar el mejor servicio que sea posible a todos sus pacientes.

Yo francamente pienso que parte de la maduración de la profesión de la terapia física consistirá en la demarcación clara de los límites de la competencia de cada terapeuta físico, tanto dentro de su profesión como en lo que les concierne a las profesiones aledañas.

1 comentario: