viernes, octubre 31, 2008

El caluroso ultrasonido

Varias han sido las ocasiones en las que he escuchado que el ultrasonido solo le produce al paciente una sensación de calor si está mal aplicado. Hace pocos días lo escuché por última vez en el centro de práctica, durante una exposición sobre el ultrasonido.

Sabemos que el ultrasonido tiene efectos térmicos y efectos no-térmicos. En la práctica cotidiana, muchos terapeutas físicos buscan los efectos térmicos del ultrasonido, pero al mismo tiempo sostienen que el ultrasonido no debe producir una sensación de calor.

Veamos qué nos dice Michelle H. Cameron sobre la intensidad del ultrasonido en las aplicaciones con fines térmicos, en su libro Physical Agents in Rehabilitation: From Research to Practice(3ra. ed., 2008).

En la página 180:
El número de variables desconocidas, incluyendo el grosor de cada capa de tejido, la cantidad de circulación [sanguínea], la distancia a interfaces tejido blando-hueso reflectoras y la variabilidad entre diferentes aparatos, hace que sea difícil predecir con exactitud el incremento de temperatura que será producido clínicamente cuando el ultrasonido es aplicado a un paciente. Por tanto, los parámetros iniciales de tratamiento son especificados según las predicciones teóricas y de investigación; sin embargo, el reporte que efectúe el paciente sobre el calor es usado para determinar la intensidad final del ultrasonido.

Si la intensidad del ultrasonido es muy alta, el paciente se quejará de un dolor profundo debido al sobrecalentamiento del periostio. Si esto ocurre, la intensidad del ultrasonido debe ser reducida para evitar quemar el tejido. Si la intensidad del ultrasonido es muy baja, el paciente no sentirá ningún incremento en la temperatura. [...] Debido a que el reporte que realice el paciente es usado para determinar la máxima intensidad del ultrasonido que sea segura, se recomienda que el ultrasonido de nivel térmico no sea aplicado a pacientes que sean incapaces de sentir o de reportar la incomodidad causada por el sobrecalentamiento.
En la página 192, Cameron explica la técnica de aplicación del ultrasonido, mencionando la intensidad que debe usarse durante el tratamiento:
La intensidad es seleccionada según el objetivo del tratamiento. Cuando el objetivo es incrementar la temperatura del tejido, el paciente debería sentir algo de calor dentro de los 2 o 3 minutos de iniciada la aplicación del ultrasonido y no debería sentir incomodidad en ningún momento durante el tratamiento. Cuando se emplea ultrasonido con frecuencia de 1MHz, una intensidad de 1.5 a 2.0W/cm2 generalmente producirá este efecto. Cuando se usa frecuencia de 3MHz, una intensidad de alrededor de 0.5W/cm2 es suficiente generalmente. [...] La intensidad es ajustada hacia arriba o hacia abajo de acuerdo con el reporte que realice el paciente. La intensidad es incrementada si no hay sensación de calor durante los primeros 2 o 3 minutos y disminuida inmediatamente si hay cualquier queja por incomodidad.
Cameron da más detalles importantes que no reproduciré aquí.

¿Qué sabes tú sobre esto? Como siempre te digo, no creas de buenas a primeras lo que yo digo y ve y confirma la información en otras fuentes.

Por el momento, yo me pregunto: si en la práctica cotidiana el paciente no siente calor, ¿será porque no se utiliza el ultrasonido con una intensidad que sea suficiente, como vemos hoy? ¿será porque el ultrasonido se aplica en zonas demasiado extensas? ¿Será porque el ultrasonido no es el agente físico ideal para calentar el músculo? ¿Será porque se lo aplica después de emplear hielo u otras formas de crioterapia?

1 comentario:

  1. Pues primero tengo que felicitarte por este artículo realmente bueno. A pesar de ser corto, tiene información de muy buena calidad y una reflexión y cuestionamiento (como dice el título de tu blog) verdaderamente importante para todos los fisioterapeutas. Es que conseguir referencias bibliográfica de primera mano y precisas es lo que hace muchas veces falta en la actualidad.

    Pues, yo sólo tengo para brindar acá mi propia y casi insignificante experiencia. En estas dos semanas de internado que llevo, he tratado de aplicar el ultrasonido con las recomendaciones de los libros, y aunque al inicio los pacientes permanecían indiferentes al tratamiento (acostumbro aplicar el ultrasonido al inicio de la sesión, también por cuestiones teóricas) estos últimos días un paciente me preguntó si esa “sensación de calidez interna que sentía” a la hora del ultrasonido era correcta, yo, adepto a las enseñanzas clásicas supe decirle que precisamente esa era una de las finalidades del tratamiento: dar calor profundo, pero me alarmé un poco, y como había perdido un poco el control del transductor por seguir la conversación que el paciente me daba, de inmediato puse más atención y empecé a desplazar el cabezal más ligeramente (pensé que en algún momento había dejado el cabezal estacionario sin notarlo), sin embargo, en la siguiente sesión del mismo paciente, él me refirió que el dolor había disminuido notablemente, a pesar de que según mis ideas, creí que me iba a decir que “toda la noche el dolor de los huesos no lo había dejado dormir”. Sin embargo hoy fue el día crítico, que me ha hecho buscar información contundente sobre el tema (ya lo hice en todos los libros que tengo, y ahora le tocaba a Internet): ocurrió que casi todos los pacientes que atendí me refirieron esa misma sensación de calor interno, y bueno, tenía que preocuparse por si la técnica que uso era necesario ser modificada.

    Bueno pues, lo único que me queda es conseguir más evidencia, preguntarles a los pacientes que he atendido anteriormente (y a los que he atendido hoy también) si la sensación de “calidez” también la sintieron y compararla con la mejoría de los síntomas que hayan tenido.

    ¡Vaya!, pero si este es un tema muy interesante para un trabajo de investigación. Estaré al tanto.

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