Nota: Esta es la tercera entrada de la serie Evidencia y Tradición. Por favor consulta las entradas anteriores (incluyendo la Introducción) para que te enteres del contexto y de lo ya dicho.
La definición de la práctica basada en la evidencia (PBE) que se encuentra en cualquier recurso dedicado el tema enfatiza que uno de sus componentes nucleares es el criterio del profesional. La PBE no consiste en aplicar ciegamente lo que un "pedazo de papel" diga: de hecho, encontrar revisiones sistemáticas o estudios individuales en torno a una pregunta clínica es apenas el primer paso; evaluarlos para conocer su validez, importancia y aplicabilidad es un imprescindible segundo paso (que tampoco es el último).
En conversaciones con compañeros, profesores y tutores, y también en diversas ocasiones en este blog, he manifestado mi opinión de que la formación científica de los terapeutas físicos es deficiente. Resulta que para evaluar la evidencia, aparte de un conocimiento sobre el cuerpo humano y lo que lo afecta, es necesario que uno maneje confortablemente varios conceptos relacionados con la investigación, la epidemiología y la estadística. De igual forma, el acceso a las bases de datos requiere destrezas relacionadas con la utilización de computadoras y de Internet para la consulta de información en bases de datos.
Los programas de estudio modernos en las universidades incluyen materias que cubren todos esos temas; incluso hay materias dedicadas específicamente a la PBE. Aún así, esas materias aún son vistas como "relleno" por muchos estudiantes (y algunos profesores) y no son realmente aprovechadas. Simultáneamente, hay que tener en cuenta que la formación de los clínicos que actualmente ejercen la profesión no incluía esas materias, y que muchos de ellos no están familiarizados con el uso de las computadoras. Es decir, la PBE requiere conocimiento y destrezas que muchos simplemente no poseen o no cultivan.
La ciencia es un emprendimiento difícil: Que las conclusiones de una gran proporción de las revisiones sistemáticas, como dije anteriormente, mencionen que "son necesarios estudios mejor diseñados y conducidos" demuestra que incluso quienes sí están inclinados a "hacer ciencia" se topan con dificultades y limitaciones, y que cometen errores. Encontrar y evaluar literatura científica que proporcione recomendaciones concretas en el campo de la terapia física requiere, adicionalmente, una buena cantidad de tiempo y esfuerzo. No sorprende, por tanto, que los que trabajan en la terapia física se resistan a la PBE y aún prefieran una práctica sustentada en la tradición, que conlleva muchas menos complicaciones.
Yo me pregunto, ¿conviene empeñarnos en instaurar la práctica basada en la evidencia si aún tenemos que trabajar mucho en cimentar y construir nuestra mentalidad científica y el empleo de las herramientas informáticas? ¿No deberíamos, mejor, empezar por eso?
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