Antes de iniciar este semestre, yo había leído acerca de la práctica basada en la evidencia, pero lo había hecho exclusivamente en libros; yo no había leído directamente, por iniciativa propia, ninguna revisión sistemática o estudio individual. Sin embargo, desde ese momento me llamaron la atención las conclusiones a las que llegaban una gran parte de revisiones sistemáticas referidas por los libros. Generalmente se leía algo así:
De los X estudios encontrados durante la búsqueda de la literatura, X/10 cumplieron con los criterios de inclusión, y de ellos, finalmente Y fueron considerados... Los estudios considerados no permiten concluir que hay evidencia de que la terapia produzca algún beneficio (o daño)... No se pueden emitir recomendaciones basadas en los resultados de la revisión... Son necesarios estudios de mejor calidad...O bien algo así, en referencia a estudios individuales realizados sobre una terapia determinada:
Se encontraron X estudios que muestran efectos positivos estadísticamente significativos de la terapia A en comparación con la terapia B, Y estudios que no muestran una diferencia, y Z estudios que no muestran efecto alguno de las terapias A o B (donde X, Y y Z son números próximos entre sí).Durante el semestre he encontrado más referencias de revisiones sistemáticas y estudios individuales en libros, y también he tenido en mis manos algunas revisiones sistemáticas. En este último caso, el patrón mencionado anteriormente también se manifiestó en la mayoría de los casos.
En la primera revisión sistemática que leí de principio a fin, la cual escogí aleatoriamente y luego analicé como ejercicio para una materia, los autores indicaban que habían encontrado casi 700 (setecientos) estudios y finalmente solo uno (sí, uno) fue utilizado en la revisión. Los autores no pudieron concluir nada de ese único estudio analizado, y recomendaban (como era de esperar) que son necesarios más estudios, mejor diseñados y conducidos. Debo reconocer, naturalmente, que probablemente se trate de una casualidad y que éste sea un caso extremo. Sin embargo, en este momento puedo recordar muy pocas revisiones que hayan otorgado conclusiones certeras en la campo de la terapia física, y apenas un estudio individual que mostraba efectos beneficiosos que fueran estadísticamente significativos.
¿Cuánto tiempo debo emplear en la búsqueda para encontrar una revisión sistemática que pueda darme recomendaciones concretas y utilizables sobre qué hacer o qué no hacer en la práctica de la terapia física? ¿Es una cuestión de suerte? Si es así, parece que me hace falta algo de fortuna.
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