Yo soy el primero en reconocer que tengo virtualmente cero experiencia tratando pacientes. En contraste, conozco profesionales que tienen muchos años de experiencia en el oficio de la terapia física; algunos de ellos tienen más años de ejercicio profesional que yo de vida. Obviamente, estos profesionales han atendido miles de pacientes más que yo, tienen muchas historias de éxito en sus registros, y han logrado sobreponerse a los errores y fracasos con los que se han topado en el camino.
Naturalmente, la experiencia que estos profesionales han amontonado les ha permitido desarrollar un criterio mucho más refinado que el mío para juzgar la utilidad de cualquier cosa, y esa capacidad les distancia claramente de mí en el ámbito profesional. Sin embargo, como un estudiante interesado en aprender todo lo que esté a su alcance, y que ve a los profesores y profesionales como guías, me llama la atención notar que hay profesionales que en lugar de utilizar su experiencia personal como un mapa para seguir explorando, descubriendo y aprendiendo, la utilizan como un ancla para establecerse y mantenerse en la posición en la que están.
La experiencia es algo que todos queremos acumular porque la consideramos en todo momento positiva: lo que hemos vivido, bueno o malo, siempre nos ayuda a mejorar. Pero la experiencia, desde mi punto de vista, se vuelve contraproducente cuando uno la emplea para construir una muralla que repele todo aquello que no esté en sintonía con lo que uno ha vivido y que ha logrado conocer. En mi opinión, la experiencia se transforma en un problema cuando, creyendo que lo ha visto todo, que lo sabe todo y que lo ha probado todo, uno llega a pensar que es imposible que exista algo que modifique, desafíe o contradiga lo que su propia experiencia personal le ha mostrado. Cuando uno utiliza su experiencia personal como un cerco, toda novedad, alternativa, propuesta o descubrimiento es menospreciado automáticamente si no coincide con lo que uno ha llegado a creer, moldeado por sus vivencias particulares. En este escenario, la experiencia propia pesa más que cualquier conocimiento foráneo, y ciertamente más que la experiencia de otros.
En contraste, lo que yo me propongo, ahora como estudiante y posteriormente como profesional, es usar la experiencia que acumule como material para construir nuevas edificaciones en mi conocimiento, pero también para tender rutas y puentes que lo conecten con el conocimiento de otros, en lugar de invertir mi experiencia para erigir murallas impenetrables que me aíslen.
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