sábado, septiembre 05, 2009

Estudiantes atendiendo pacientes particulares: ¡Los pacientes hacen preguntas!

Nota: Lo que escribo hoy es la cuarta parte de una serie de entradas que empieza con la introducción; por favor lee las entradas anteriores para que te ubiques en el contexto de esta discusión.

Para muchos pacientes, el estudiante en prácticas será el "doctor" o la "doctorita" incluso si no es estudiante de medicina, si no viste mandil y si la apariencia de juventud que corresponde a su corta edad normalmente revelaría su condición de estudiante. Un clarísimo ejemplo de esto es el hecho de que desde los primeros semestres de la carrera, ¡mis compañeritas de 19 o 20 años ya eran llamadas "doctoritas" por los pacientes! Eso parece indicar que los pacientes están inclinados a confiar en uno y a creer que uno sabe lo que dice, cosa que, naturalmente, no siempre es cierta, particularmente en el caso de los estudiantes.

Recuerdo un caso particular que presencié en un centro de rehabilitación durante mis prácticas. Como yo me enteraría después, un paciente había sido sometido a una reparación quirúrgica del ligamento cruzado anterior de una de sus rodillas hacía varias semanas y estaba completando su programa de rehabilitación. Un estudiante estaba atendido al paciente, sin supervisión de su tutor. Ansioso por regresar a su deporte favorito, el paciente quería saber cuándo podía empezar a ejercitarse nuevamente para introducirse paulatinamente en su actividad preferida. El diálogo que surgió entonces entre el paciente y el estudiante fue más o menos así:
Paciente: Ya quiero empezar a trotar, ¿será que ya puedo hacerlo?
Estudiante: Pues sí, siempre que sea un trote suave...
Yo no conocía al paciente (ya que ese era apenas uno de mis primeros días en el centro de práctica) y no estaba al tanto de su lesión, de la reparación que había sido efectuada, ni de su proceso de rehabilitación, así que en realidad yo no hubiera podido decirle nada al paciente si él me hubiera preguntado a mí en lugar de hacerlo al otro estudiante. Sin embargo, sí me llamó la atención que un estudiante se tomara la atribución de recomendar algo al paciente sin consultarlo primero con el profesional que estaba encargado de él. Para la buena fortuna del paciente --como se verá--, dos minutos más tarde se asomó el médico que le había operado. El diálogo entre el paciente y el médico fue aproximadamente así:
Médico: Hola, Juanito. Veo que ya está avanzando con su rehabilitación...
Paciente: ¡Sí, doctor! Ya estoy mucho mejor. ¿Será que ya puedo empezar a trotar?
Médico: ¡Ni se le ocurra! La reparación de su ligamento está pasando por las semanas más críticas y podría lesionarse nuevamente si hace alguna actividad deportiva; hay que esperar unas semanas más.
¡Caramba! Si no se asomaba el médico y el paciente materializaba su intención de empezar a trotar, confiando en lo que le dijo el estudiante, en lugar de ver al paciente terminando su rehabilitación unos días después --como se anticipaba--, lo hubiéramos visto reiniciándola poco tiempo más tarde.

Los pacientes hacen preguntas, y esperan respuestas de quienes los atienden. En clases los profesores nos han aconsejado que uno no debe mostrar duda o inseguridad ante un paciente, incluso cuando comete errores. Talvez por eso el estudiante prefirió decir algo en lugar de demostrar ignorancia o dejar al paciente con su duda. Lastimosamente, el estudiante no estuvo bien informado y la probabilidad de que el paciente resultara afectado era escandalosamente grande. Yo me pregunto: En lugar de decir cosas incorrectas --eso sí, siempre con seguridad--, si uno no sabe, ¿no sería mejor decirle simplemente al paciente, "Por favor pregúntele directamente a su terapeuta/médico, porque él está más al tanto de su condición"? Pero si el mismo estudiante es quien es responsable del paciente porque trabaja independientemente con él, ¿cómo podría hacerlo?

Si este tipo de cosas pasan en las prácticas que se supone que son supervisadas, me puedo imaginar muchas situaciones similares en las sesiones que un estudiante conduzca con sus pacientes particulares (¿a cuántas personas más habrá puesto en riesgo el estudiante del relato?). Si uno verdaderamente respeta a sus pacientes y está auténticamente interesado en su bienestar, ¿puede darse el lujo de atenderlos sin estar autorizado, ni preparado, para hacerlo?

2 comentarios:

  1. Lo que platicas es muy interesante y ha pasado muchas veces. En mi experiencia me han tocado pacientes que aunque tu les digas que no troten, de todas maneras lo hacen por que ya se sienten bien y la terapia les ha estado funcionando.
    Tienes toda la razon en pedir que un profesional este contigo a todo momento, eso es escencial para nuestro proceso de aprendizaje, el punto clave de esto es que un profesional calificado este junto a ti durante el tratamiento, por que a mi me han tocado "profesionales" que saben lo que yo se de politica internacional osea muy poco! y a la hora de atender al paciente si este "profesional" te enseña cosas erroneas y tu las aprendes cuando llegas con un doctor en rehabilitación o médico del deporte a demostrar tus conocimientos quedas muy mal con el, pero esto lo digo para que escojas con que profesional te alias para aprender mas y mejor :D

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  2. Carmen,

    Sí, el punto es encontrar algún profesional en cuyo conocimiento puedas confiar y, evidentemente, que tenga la voluntad de ayudarte. Ya he empezado mi búsqueda.

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