Nota: Lo que escribo hoy es la tercera parte de una serie de entradas que empieza con la introducción; por favor lee las entradas anteriores para que te ubiques en el contexto de esta discusión.
Yo no tengo nada en contra de que los estudiantes reciban el apoyo de profesionales para que puedan ganar experiencia tratando directamente con pacientes; de hecho, me gustaría que algún profesor me acogiera como practicante antes de graduarme, y posteriormente iniciar mi ejercicio profesional con el auspicio de un profesional. Pero una cosa es que un profesional patrocine a un estudiante en la modalidad de prácticas supervisadas o tutorías, y otra cosa es que el profesional encargue pacientes a un estudiante y que éste último trabaje casi independientemente.
En el primer escenario, el profesional atiende a sus pacientes en su consultorio o en el domicilio del paciente, y el estudiante acompaña al profesional en calidad de observador o asistente, o bien como ejecutor de los tratamientos. En este caso, si el profesional está físicamente presente en todo momento, supervisando lo que el estudiante hace, me parece que se trata de una excelente oportunidad para que el estudiante pueda aprender y ganar experiencia, a la vez que es seguro para el paciente y consecuente con su deseo de recibir la mejor atención. En constraste, en el segundo escenario el profesional asigna pacientes al estudiante para que sean atendidos por él sin la presencia del profesional, quien vuelve a ver al paciente únicamente en sesiones periódicas de evaluación (cada semana, cada 15 días, etc.).
En este segundo escenario, puede ser que el estudiante esté bien preparado, que ya esté familiarizado con el paciente y el tratamiento, y que pueda ejecutarlo exactamente de la misma forma que el profesional. Pero, ¿y si algo sale mal durante el tratamiento y el paciente es afectado? ¿Quién es responsable? ¿El profesional, a pesar de no haber estado ahí, o, mejor dicho, precisamente por no haber estado ahí? ¡Horror! También puede pasar que el estudiante se tome atribuciones que no le corresponden y empiece a dar instrucciones al paciente sobre lo que debe hacer, o realizar modificaciones en el plan de tratamiento diseñado por el profesional, con similar, o incluso mayor, riesgo de perjuicio al paciente.
Incluso en las prácticas formales durante el semestre, yo me siento incómodo cuando me asignan un paciente y me dejan que me encargue de él, sin supervisión, y que haga lo que según mi criterio haya que hacer. Idealmente, yo quisiera que mi tutor me acompañe cuando yo tenga que tomar decisiones. Hasta en cosas "sencillas" y "monótonas" como la aplicación de agentes físicos, yo quisiera poder discutir con mi tutor los parámetros de aplicación óptimos: proponer algo y recibir confirmación o sugerencias en cuanto a los parámetros que sean los más apropiados. Si bien es cierto que en muchas situaciones no es necesario que mi supervisor esté observándome todo el tiempo (como cuando sucede con el mismo ejemplo de los agentes físicos), sí quisiera que lo hiciera cuando aplico alguna intervención que requiere de alguna técnica, procedimiento o destreza específica, para saber si lo estoy haciendo bien o mal, y para asegurar que se está haciendo todo lo posible para obtener algún cambio positivo en el estado del paciente. El estudiante que trabaja solo atendiendo a pacientes, ¿tiene esta posibilidad?
Ya lo dije antes, en otro contexto, pero lo siguiente es igualmente aplicable en esta discusión: los pacientes no son maniquíes, simuladores o creaturas de realidad virtual que podamos manipular a nuestro antojo sin repercusiones, con la justificación de que los estudiantes tienen que aprender. Si los pacientes ponen su salud en manos de alguien --ya sean estudiantes o profesionales-- es porque esperan ser atendidos de la mejor forma posible: tienen deseos, expectativas, preocupaciones, obligaciones y generalmente una limitada cantidad de tiempo y dinero. Un estudiante que actúe sin supervisión profesional permanente no es la mejor forma de satisfacer esas demandas.
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Con respecto a lo que acabas de escribir, pienso que describes una realidad que vivimos los ecuatorianos a diario en todos los centros médicos de este país. Hospitales públicos y privados utilizan a los estudiantes como mano de obra gratuita con el pretexto de brindarles la oportunidad de "aprender" y "ganar experiencia".Pienso que eso en principio está bien, pero no sin supervisión como lo mencionas.
ResponderEliminarHace unos seis meses tuve una experiencia en un hospital de la ciudad de Quito. A un primo le hicieron la circuncisión, él fue operado por el urólogo, todo salió bien y le dijeron que venga al siguiente día para que le saquen los puntos, pues era una cirugía ambulatoria y no muy complicada. Al siguiente día fue para que le saquen los puntos, esta vez no estaba el médico tratante, sino que le había asignado esa tarea a un estudiante de la especialidad de urología que estuvo en la operación, él hizo lo que le encomendaron pero SIN SUPERVISIÓN alguna.
¡Mi primo se fue en la mañana y más tarde lo tenía en mi casa desangrándose!
Lo llevé al hospital para que lo revisaran y pararan el sangrado. Llegamos a emergencias y pedimos que este médico estudiante de la especialidad nos atendiera porque sabíamos que el médico tratante no estaba, sin embargo, este señor se demoró una hora en acercarse a EMERGENCIA, sí, lo que leyeron, UNA HORA, al parecer a este señor no le enseñaron el significado de la palabra emergencia.
Además el personal del hospital, las enfermeras, auxiliares, etc., no tomaron en cuenta nuestra alarma y sólo cuando el médico abrió las gasas y miró que la sangre salía descontroladamente se asustaron y permitieron que mi primo se acueste en una camilla para intervenirle nuevamente, mientras tanto nos mantuvieron parados esperando por UNA HORA.
De lo que me enteré luego es que la primera operación salió bien, el problema surgió cuando fue a que le saquen los puntos y este estudiante de la especialidad lo hizo SOLO sin SUPERVISIÓN, porque a criterio de esos médicos ese procedimiento es simple y no debería traer ninguna complicación.
Creo que la rutina del trabajo hace que los que trabajamos con la salud física y mental de las personas nos olvidemos que son PERSONAS las que tratamos a diario, no casos, estadísticas o simple mercancía. Es cuestión de ética profesional, humanidad y empatía con el dolor del otro.
Lo que escribes no es ficción, sucede y a diario, espero que los profesionales que leemos esto tomemos conciencia de ello y lo recordemos todos los días, de seguro muchas muertes, accidentes o malas prácticas médicas diminuirían considerablemente.
Saludos
Paola.
Paola,
ResponderEliminarGracias por el relato. Entiendo tu inconformidad y lamento que las cosas sucedan así en la atención de salud de nuestro país. Estoy preparando una entrada relacionada con esto. Espérala en los próximos días.
Esteban:
ResponderEliminarHola, a los tiempos; no te he podido escribir por que no me llegaban tus correos pero creo que ya se por que. Con respecto a las practicas sin supervisión me parece correcta tu apreciación, pero los estudiantes deben ser los primeros en reclamar por que son los mas perjudicados con este tipo de comportamiento, que muchas veces no se conocen o los conocemos cuando hay problemas. Se deben calificar los sitios de practica antes y despues de las visitas de los estudiantes, y reclamar con todas las personas que tienen que ver con el proceso de enseñanza,ya que muchas veces intervienen personas que no tienen nexo ni responsabilidad o a veces la cantidad de alumnos es exagerada para el tutor, pero todo tiene solución conversando, desgraciadamente la gran mayoria de estudiantes no toma partido creyendo que no es cosa de el o que le puede causar problemas. Cambiemos de mentalidad y no optemos por lo mas facil.
Saludos Hugo Lara
Hugo,
ResponderEliminarGracias por su comentario. Los puntos que menciona son razonables; esperemos que lo dicho aquí tenga algún tipo de repercusión, y que se propicie que los estudiantes busquen siempre el soporte de un profesional cuando traten pacientes.