Sobre la Práctica Basada en la Evidencia (PBE) yo no conozco mucho, más allá de entender las definiciones que he encontrado en libros. Sé que es una tendencia moderna en muchos países, particularmente en los Estados Unidos de Norteamérica y en los países europeos, y que en Latinoamérica también se está empezado a hablar sobre ella.
Sé que ejercer una práctica profesional basada en la evidencia implica un esfuerzo grande: el profesional debe estar dispuesto, en todo momento, a abandonar los tratamientos que acostumbra dar siempre que la evidencia científica sugiera que existen tratamientos mejores.
Esto quiere decir que el profesional debe actualizarse continuamente, incluso durante su práctica diaria a medida que llegan los pacientes a la consulta. Según entiendo, si un paciente llega con un problema X, la PBE indica que el profesional debe recurrir a la base de datos de evidencia científica e informarse sobre cuál es el mejor tratamiento para X. Podría parecer exagerado, pero esto significa que si hoy la base de datos me sugiere que aplique el tratamiento Y para un esguince de tobillo, debo estar dispuesto a no utilizar Y con el próximo paciente que tenga el mismo problema si la base de datos me dice en ese momento que un tratamiento mejor es el tratamiento Z.
En uno de los últimos semestres de nuestra carrera, una materia está dedicada a cubrir la PBE. Como esto de la PBE me pareció importante cuando me enteré acerca de ella, yo quería saber por qué se esperaba hasta el final de la carrera para presentar este concepto a los estudiantes. Acudí a un profesor para que me diera su opinión sobre la PBE.
Entre otras cosas (que probablemente yo te presente en el futuro), el profesor me explicaba que no pensaba que la PBE pueda funcionar en Ecuador a escala general, más allá de esfuerzos individuales de estudiantes y profesionales. El profesor sostenía que la PBE requiere un respaldo bibliográfico y un acceso a la información que hasta hoy no existe en Ecuador. Primordialmente, exige una disposición especial de parte de estudiantes y profesionales que en muchos casos tampoco existe.
Lo he constatado personalmente. En muchas clases empleamos libros que tienen 5, 10 o 20 años de antigüedad. Nuestra facultad se ha esforzado para conseguir libros más modernos, pero aún así los estudiantes no van a la biblioteca para hacer sus consultas, en parte porque es difícil encontrar los libros y en parte porque es mucho más fácil acudir a Google y utilizar lo primero que salga, sin importar de donde provenga. Y en clases y en las prácticas se confía demasiado en lo que se ve; otra vez, por no querer acudir a la biblioteca (por lo menos) para confirmar o negar que lo propuesto es lo mejor (según el conocimiento actual) que se puede hacer.
Considero que no existe la cultura del libro, y no veo que eso cambie en el futuro. Dudo también que la PBE, que requiere la cultura de la consulta cotidiana de la base de datos de información científica, pegue en un porcentaje significativo de estudiantes y profesionales. Ojalá me equivoque masivamente. Por lo pronto, debo mencionar que por primera vez me entero de que un profesor utiliza bases de datos de PBE, y también quiero decir que en los últimos días he visto a algunos estudiantes de medicina empleando esos mismos recursos, lo que me complace mucho.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario