La farmacología es uno de los tópicos que rara vez se cubren con suficiente detalle en los programas de estudio de terapia física, a pesar de ser ésta una rama de la medicina, y de que las personas que acuden a los servicios de fisioterapia por lo general están bajo el tratamiento concurrente de un médico, siendo los fármacos parte de ese tratamiento. Son varios los motivos por los cuales muchas personas consideran que la farmacología no es muy importante en la formación del terapeuta físico; hoy expondré apenas dos ejemplos que he constatado. A la vez, compartiré contigo mi opinión sobre esto.
Hay fisioterapeutas que piensan que las manos, como herramientas terapéuticas, son mucho más poderosas que las drogas que administran los médicos, y que, de paso, tienen muchos menos efectos secundarios. Recuerdo el caso de una fisioterapeuta que, repleta de orgullo, atribuía una mejoría notable en la motilidad intestinal de un paciente hemipléjico a unos masajes que ella había efectuado sobre el abdomen del paciente momentos atrás; su convicción era tal que no cedió incluso al ser informada por la enfermera de que el progreso se debía a que los médicos habían empezado a suministrarle, horas antes, drogas específicas para ese propósito. Sé de varios otros fisioterapeutas que abogan por el menor uso posible de fármacos, y de otros fisioterapeutas de tendencias más alternativas que incluso tienen una oposición filosófica a ellos.
Por otro lado, muchos médicos consideran que de poco les sirve a los terapeutas físicos conocer sobre farmacología, ya que son ellos quienes prescriben las drogas a los pacientes. Recuerdo que yo le mostré a un profesor, que era médico, el libro de farmacología para terapia física de Ciccone, y la opinión del profesor en esa ocasión fue que el contenido de este libro era demasiado avanzado para los terapeutas físicos, y que el libro les sería más útil a los médicos.
En contraste con estos dos profesionales, mi humilde opinión tras haber leído con mayor detenimiento algunas porciones del libro de farmacología de Ciccone (acá menciono otros libros de farmacología para terapia física) es que el conocimiento sobre farmacología es tremendamente valioso en la práctica de la terapia física. ¿Qué fármacos puede estar usando un paciente con la condición X que viene a mi consulta? ¿Qué implicaciones tiene eso durante la sesión de terapia física? ¿Qué signos y síntomas pueden indicar que es necesario tener más cuidado con las intervenciones de terapia física que se realizan, y cuáles sugieren que es necesario contactar al médico? Al leer este libro he podido encontrar respuestas a todas estas interrogantes, y ver cómo la farmacología puede ser abordada de una forma útil y clara sin necesidad de recurrir a la bioquímica (la cual es otra materia cuya cobertura es escasa en los programas de terapia física). Las explicaciones en este libro van directo al punto, y el estilo del autor hace que la lectura sea fluida y resulte muy interesante para el lector, quien aprenderá una infinidad de información de sus 38 capítulos y 700 páginas.
En este momento no puedo hacer otra cosa que recomendar el libro de farmacología de Ciccone a todos los terapeutas físicos que, a la vez que reconocen que la prescripción y administración de drogas es competencia de otros profesionales, tienen curiosidad por enterarse acerca de la relevancia que tiene la farmacología en la condición general de los pacientes que se benefician con intervenciones de terapia física.
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